Alejandro Samper

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Los alienados

El titular de El Espectador puede ser un error de digitación, pero lo tomo como un mensaje subliminal al lector. En su portal de internet (https://bit.ly/2zDx4XE) escribieron “Trump y Duque, alienados en la lucha contra las drogas”, aunque creo que querían decir “alineados”. Porque la noticia habla de cómo el presidente estadounidense y el colombiano están de acuerdo en que se debe trabajar conjuntamente para “erradicar la producción de coca” y “desmantelar la producción y consumo” en ambas naciones.
Pero bien podría ser “alienados” porque la posición de estos mandatarios es contraria a la de cientos de analistas y expertos en el tema. Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, ha dicho que esta guerra era un “desastre” a pesar de que los EE.UU. han invertido cerca de un trillón de dólares en 40 años de lucha antidrogas. La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles denunció que las leyes represivas solo contribuyen a llenar las cárceles y llegan al absurdo de que en Texas condenaron a un hombre a 15 años de prisión por portar una dosis tan ínfima de cocaína, que ni la gramera del laboratorio de la Policía la pudo pesar.
La posición de Trump y Duque, incluso, va en contra del mercado. Inversionistas como Warren Buffet y George Soros se han referido al potencial que hay en el negocio de sembrar y producir marihuana medicinal y recreativa; una industria que, de acuerdo con Arcview Market Research, llegará a los 22 billones de dólares para el 2021. El presidente colombiano, sin embargo, insiste en ir en contra de la Corte Constitucional y su sentencia C-221 de 1994, de la ley 30 de 1986, de la ley 1453 de 2011, de la ley 1566 de 2012 y de un pronunciamiento del 2016 de la Corte Suprema de Justicia que se refieren a la dosis mínima. En contra de toda lógica, norma y avance en derechos ciudadanos, ordenó a la Policía incautar la dosis personal y multar al consumidor con $208 mil. ¿Este dinero lo destinará para la lucha contra el narcotráfico? Buena suerte con eso.
La prohibición de sustancias como la marihuana, la cocaína, la heroína y alucinógenos como el LSD están estrechamente relacionados con el racismo, el temor a lo desconocido y al control del negocio. El portal drugpolicy.org señala que las primeras leyes anti opio en los EE.UU. derivan a que el negocio lo controlaban los chinos en 1870. Las anti marihuana porque la yerba la manejaban los mexicanos en 1910, y las anti cocaína porque los colombianos la producimos y las comunidades negras gringas eran las que las distribuían.
También señalan que el presidente Richard Nixon, en los 60, endureció las leyes contra el consumo de drogas porque las asociaba con los hippies y los afro, que él detestaba. Ideas y prejuicios que hasta el día de hoy persisten.
Pero la posición ante estas sustancias cambia una vez las corporaciones y los Estados toman el control del negocio. Sucedió con el tabaco. En los siglos XV y XVI esta planta originaria de América fue condenada por el Papa Urbano VII y hasta el rey Jacobo I de Inglaterra castigó su consumo. Pero todo cambió cuando los cultivos pasaron a ser de las colonias británicas y no de los nativos. Y luego pasaron a los esclavistas sureños y posteriormente a las grandes tabacaleras. Ahí sí todo legal.
Con el alcohol sucedió algo similar. La mafia italiana, entre 1920 y 1933 se lucró con el contrabando del alcohol, pero cuando los senadores gringos y personajes influyentes como los Kennedy lograron aprobar leyes para poder mover su negocio clandestino, chao prohibición. Al mafioso Al Capone solo lo pudieron condenar por evasión de impuestos.
Y como la marihuana ya la cultivan los gringos (ya no los mexicanos), pues a descubrir sus propiedades y a hacer negocio. De hecho solo tres, de los 51 estados que conforman esa nación, la mantienen entre sus sustancias prohibidas.
Hoy, tanto el alcohol como el tabaco son legales, a pesar de que el primero causa 3.3 millones de muertes al año en todo el mundo y el segundo 7.1 millones, según datos de la Organización Mundial de la Salud. El consumo de drogas, sin embargo, causan 450 mil muertes anuales de acuerdo al reciente informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. La mayoría de ellas relacionadas con los opiáceos, especialmente medicamentos analgésicos legales altamente adictivos comercializados por poderosas farmacéuticas. Ningún deceso por consumo de marihuana.
A pesar de estas cifras, Duque nos promete más fumigaciones con glifosato (ese sí un violento cancerígeno vetado en casi todo el mundo), más prohibición y más prejuicios. Trump, por su parte, nos dará plata para que nos sigamos matando. Y como ya matamos a nuestros mafiosos, para que matemos a los mexicanos que están llegando a controlar el narcotráfico. Y a los campesinos que la cultiven. Y a los jíbaros. Y finalmente a los consumidores, como lo hace ese sociópata que tienen los filipinos por presidente, Rodrigo Duterte.
Viendo las cosas así, no cabe duda de que Trump, Duque y quienes apoyan estas medidas están alienados.

Este articulo fue publicado originalmente en LaPatria.com