Alejandro Samper

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Duque y su corto circuito

Hay cosas en las que el mundo no se ha puesto de acuerdo y que mejorarían el entendimiento entre las personas y mejor funcionamiento de las cosas. El sistema métrico, por ejemplo. En Estados Unidos usan millas, yardas y pulgadas, mientras que en el resto del mundo usamos kilómetros, metros y centímetros. O el huso horario. O el manejo del voltaje y amperaje en los equipos eléctricos. Llevar un electrodoméstico de Colombia a otro país es arriesgarse a que se queme (me pasó) o que no funcione correctamente.
También están las conexiones eléctricas. Las hay de dos patas planas, de tres redondas, de una redonda y dos planas en ángulo, de dos redondas como la de los teléfonos viejos… O los de los celulares que, con cada nuevo modelo, sacan un cable nuevo (y menos duradero) que el anterior.
Entonces, si no somos capaces de ponernos de acuerdo en cosas tan básicas y, en teoría, universales, ¿cómo tener todos los mismos códigos de ética?
Dice Fernando Savater, en su libro Ética para Amador, que para una comunidad la moral es ese conjunto de comportamientos y normas que se aceptan como válidas, mientras que la ética es “la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras morales que tienen personas diferentes”.
En España, por ejemplo, los partidarios del presidente de Gobierno Pedro Sánchez le están retirando su apoyo tras conocerse que en su tesis doctoral hubo plagio de otros documentos. Este hecho podría sumarse a otros que llevarían, según el diario ABC, a un fin precipitado de esta legislatura y adelantar las elecciones sin que todavía se cumplan los 100 días de gobierno de Sánchez.
En Colombia, sin embargo, el presidente Iván Duque le dio la embajada de la OEA al exprocurador Alejandro Ordóñez, destituido de su cargo por corrupto. Y en el ministerio de Hacienda nombró a Alberto Carrasquilla, quien se enfrenta a una posible moción de censura en el Congreso por las denuncias hechas en su contra.
Para el presidente Duque, Carrasquilla no incurrió en una “falta ética” por los bonos de agua que se inventó cuando ocupó la misma cartera durante el gobierno de Álvaro Uribe. Esa supuesta ayuda financiera para obras de alcantarillado y acueducto en 117 municipios y que, al parecer, resultó siendo un negocio de usura a través de una firma privada que tuvo a Carrasquilla de socio. Empresa que habría sacado partido de la Ley 1176 de diciembre del 2007, del Sistema General de Participaciones, impulsada por el hoy cuestionado ministro.
Por su parte, para el hoy senador Uribe Carrasquilla es un “hombre probo” que solo “prestó una asesoría para estructurar un producto financiero”. Una asesoría que le dejó ganancias particulares del 0,2%, o sea $8 mil millones, en cuatro años. ¿Se imaginan el tamaño del negocio para que ese “pequeño” porcentaje equivalga a poco más de 80 años “moliendo de sol a sol” para una persona que se gana el salario mínimo de hoy?
Y ahí están más de una decena de pueblos empobrecidos, endeudados por estos bonos y miles de colombianos sin servicio de agua potable ni alcantarillado. Una situación más grave que el plagio de un texto, pero que parece no le quitan lo “probo” y “ético” a Carrasquilla. Todo porque el negocio que permitió que su fortuna se incrementara exponencialmente lo hizo una vez dejó el cargo y no sería su culpa sacarle provecho a esa Ley que él promovió.
Entonces, mientras en España se rasgan las vestiduras por el plagio de un político, en la mayoría de la moral colombiana (y digo mayoría porque fue la que ganó las elecciones) se permite que un ministro sea ventajoso, avivato y caradura. Porque - en términos de Savater - es como socialmente se aceptó que funciona esta democracia (mermelada, compra de votos, el CVY, la mordida, el soborno, la evasión…).
Las cosas, sin embargo, parecen cambiar y la tolerancia a esa moral y carencia de ética se reduce. Duque, en un mes de gobierno, está haciendo corto circuito. Es como si su maquinaria trabajara con un voltaje diferente y, a pesar de que la oposición, medios, redes sociales e incluso personas cercanas le advierten que se está descachando, insiste en querer meter una conexión de dos patas planas en un enchufe de tres aberturas redondas. Mejor dicho, está armando un chispero y, de seguir así, se le va a fundir el aparato.

Este articulo fue publicado originalmente en LaPatria.com