Cuando yo muera
No soy supersticioso,
pero cuando yo muera pongan óbolos en mis ojos
y uno más bajo la lengua para pagarle a Caronte.
Corten mi cabeza por si soy vampiro.
Cremen y hagan polvo mis huesos,
riéguenlos en el Ganges,
láncelos al espacio,
conviértanme en diamante.
Hagan sobre mi cadáver un exorcismo
para que mi alma no se aferre a la tentación.
Pongan mi corazón en urna de barro junto a una pluma.
Úntenme de mejunjes,
aceites y óleos sacros.
Prendan incienso.
Llórenme y canten alabaos.
Hagan lo posible para que mi ser deje de ser.
Ni karma ni reencarnación.
Ya fui y no quiero volver a ser
ni tuyo ni mío ni de Dios ni de nadie.
Simplemente fui un hombre que,
como muchos,
con el tiempo habrán de olvidar
y que sobrevivirá
en la fugacidad del amor.