Alejandro Samper

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La dignidad es un mamarracho

Es una noche en la que cinco parejas están reunidas pasando el rato jugando a identificar la palabra a través de dibujos. Kirk Van Houten agarra el marcador y sobre el papelógrafo traza una figura inusual que su esposa, Luann, no reconoce. Frustrado, el ilustrador insiste: “No puede ser más sencillo. ¿Quieres que se lo muestre al gato y este te diga lo que es? Porque hasta el gato lo sabría”. Finalmente, el tiempo se cumple y un Kirk rabioso le reclama a la mujer por no haber descifrado su mamarracho: “¡Dignidad! ¿No conoces la dignidad cuando la ves?”.

La escena es un clásico de la serie animada Los Simpson (Temporada 8, Episodio 6 https://rb.gy/0qwy8) y desde entonces esa silueta es usada por muchos como representación de la dignidad. Porque, ¿cómo representar gráficamente este concepto? ¿Cómo ilustrar el decoro de las personas en las maneras de comportarse? Busquen en Google. Si no les sale de primero el dibujo de Kirk Van Houten, seguramente les aparecerán unas fotos o ilustraciones de manos levantadas que, si no van acompañadas con la palabra “dignidad”, servirían para representar ánimo, libertad, apoyo, esclavitud o empatía. Porque si bien la dignidad no es fácil de ilustrar, se puede reconocer y sentir.

Colombia está a poco más de un mes de  las elecciones regionales de alcaldes, gobernadores y representantes locales y comunitarios. Cada candidato aspira al cargo que requiere una dignidad, unos valores y compromisos con el pueblo, pero casi ninguno los tiene. A todos se les notan las costuras con las alianzas hechas, con los avales de partidos, con sus bodegueros y propaganda.

Me disculparán los lectores foráneos porque me enfocaré en temas locales, en este caso Manizales y el departamento de Caldas. Sin embargo, si hacen el ejercicio de extrapolar nombres y prácticas a sus contextos, lo más probable es que sea igual, pues las prácticas clientelistas políticas funcionan de manera similar en todo el mundo. En unos lados como gerrymandering, cabildeo, influencias o llana corrupción.

 El alcalde Carlos Mario Marín Correa se irá del cargo dejando un legado lleno de ridículos mundiales.

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Hace cuatro años en Manizales eligieron a Carlos Mario Marín Correa como su alcalde porque, a pesar de su clara inexperiencia para el cargo e inmadurez emocional, supo venderse en las redes sociales como la alternativa a los candidatos de los partidos tradicionales (Liberal y Conservador). Movimientos políticos que arrastran un lastre de décadas en cuanto a denuncias por clientelismo y malos manejos del erario. El remedio, empero, resultó peor que la enfermedad.

Marín Correa se irá del cargo dejando un legado lleno de ridículos mundiales (caso Liberland), de abuso de poder (es clara su influencia para la elección de su primo, Santiago Osorio Marín, al Congreso), de inoperancia en la ejecución de proyectos (basta ver las obras en el sector de Los Cedros, la ciclobanda o el estado de los escenarios deportivos para los Juegos Nacionales), de falta de palabra y carácter (se vendió como el candidato ambientalista y acabó con reservas verdes de la ciudad, y cuando estábamos en emergencia por posible erupción del volcán, se fue de vacaciones). Este historial allanó el camino para cualquier opción medianamente competente, de ahí que doce personas se postularon para el cargo. Cifra que se ha ido reduciendo con alianzas y prebendas.

En Caldas la situación no es diferente. Luis Carlos Velásquez Cardona se suma a la lista de gobernadores que no pudieron sacar adelante proyectos como Aerocafé, el puerto multimodal en La Dorada o la conectividad vial y férrea entre municipios. Un mandato anodino de otro candidato “alternativo”.

Ambos indignos para el cargo, como indignos son quienes van por el puesto. Si bien están más preparados, sus formas y métodos dejan mucho qué desear para alguien que quiera llegar a ser alcalde o gobernador. Me referiré a tres, que son los que lideran la intención de voto: Henry Gutiérrez y Luis Roberto Rivas, que van por la gobernación de Caldas; y Jorge Eduardo Rojas, que busca repetir en la alcaldía de Manizales.

 Cada candidato aspira al cargo que requiere una dignidad, unos valores y compromisos con el pueblo, pero casi ninguno los tiene.

No sé en qué momento le endulzaron el oído al médico Henry Gutiérrez Ángel y lo convencieron de aspirar a la Gobernación. Buen tipo, mal rodeado. Sobre todo porque es la maquinaria del ministro Mauricio Lizcano, el nuevo cacique electoral de la región, quien lo impulsa. Ya eso es suficiente para sospechar el andamiaje de favores y puestos que hay detrás. Frenar el acceso de Gutiérrez al Palacio Amarillo es recortarle alcance a Lizcano, un camaleónico y oportunista trepador que sin asco pasa del uribismo, al santismo, al petrismo. La lealtad es consigo mismo y su ambición política.

Rivas tiene experiencia en lo público. Como gerente de la Industria Licorera de Caldas - ILC, salvó a esta empresa departamental de una crisis que la tenía al borde de la privatización a causa de las malas administraciones anteriores. Durante sus casi siete años de gestión generó utilidades por $335 mil millones. Maravilloso. Por eso cayó como un balde de agua fría la foto con las personas que lo apoyan en su candidatura, entre las que están algunos de los que quisieron hundir a la ILC. Tipos asociados a Mario Castaño, que fue contador de la ILC durante la gerencia de Carlos Arturo Fehó, condenado por los delitos de interés indebido en celebración de contratos y falsedad ideológica en documento público. Sí, del mismo corrupto Mario Castaño que, como congresista, saqueó las arcas del Estado por lo que la Corte Suprema de Justicia lo condenó a 16 años de prisión luego de reconocer que incurrió en 19 delitos; de estafa a concierto para delinquir agravado.

Rivas acepta el apoyo de los liberales castañistas, hoy liderados por el representante Octavio Cardona, quien como alcalde se fue del cargo debiéndole $450 millones al Festival Internacional de Teatro, a la Fundación Batuta y al Festival Grita. Luis Roberto lo hace sin sonrojarse con tal de que le pongan la maquinaria política a marchar.

Y Jorge Eduardo Rojas busca retornar a la alcaldía, puesto que ya ocupó entre el 2012 y 2015. Lo quiere hacer en la misma maquinaria de Rivas, y con el lema “Un gobierno en serio”, en contraste a las payasadas de Marín Correa. Pero, ¿“en serio”? ¿En serio reelegir a alguien que no sacó adelante el Macroproyecto urbano de la Comuna San José? ¿Que le incumplió con viviendas a la gente del barrio La Avanzada? ¿Que como ministro de Transporte no apalancó Aerocafé?

Ellos se consideran dignos de llegar a los cargos, pero con estos antecedentes no son más que unos mamarrachos dibujados por Kirk Van Houten. Hasta el gato lo sabría.


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