Alejandro Samper

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La plata no rinde

Creo que somos muchos los colombianos que soñamos con un trabajo como el de nuestros congresistas. Gracias al artículo 138 de la Constitución, las sesiones ordinarias se dividen en dos periodos: del 20 de julio al 16 de diciembre y del 16 de marzo al 20 de junio, por lo que tienen cuatro meses de vacaciones pagas al año. Durante estos periodos deben asistir a las sesiones tres veces por semana. La Unidad Nacional de Protección – UNP pone a su disposición camionetas blindadas y escoltas para transportarse, y el área administrativa del Congreso les ofrece tiquetes semanales, de ida y vuelta en avión, a sus territorios. Además, sus salarios son de los más altos del mundo en cuanto a congresistas se refiere: $43.418.537. Los mejores pagos en Latinoamérica, según un informe del año pasado publicado por el diario español El País (https://shorturl.at/knqO2).

Nuestros congresistas ganan 37 veces más que el trabajador común. Esto, en un país donde la brecha social cada vez se hace más grande y donde, de acuerdo al Banco Mundial, la desigualdad de ingresos es la más alta entre los países que hacen parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos - OCDE y el segundo más desigual de América Latina (https://shorturl.at/egKUX), es vergonzoso. Más aún cuando el Congreso es percibida como la institución más corrupta del Estado, en una nación que ocupa el puesto 91 entre 180 países en el Índice Global de Percepción de la Corrupción - IPC (https://shorturl.at/htuvJ).

"El ahorro consiste en poner cuidado y escrúpulo al gastar los medios de que se dispone”.

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 Esta semana, sin embargo, el Senado aprobó en segundo debate el Proyecto de Ley 097 de 2022, que busca reducir el salario de los congresistas. Un acto de buena fe por parte de estos políticos que se vio empañado por las declaraciones de la senadora Isabel Cristina Zuleta quien, a pesar de haberse hecho elegir con la promesa de apoyar el recorte salarial en el Congreso, ahora pelea por mantener su sueldo como está. Con el agravante de que le parece normal invertir $2.500.000 mensuales en su dieta vegetariana. Esto es poco más de lo que el Departamento Administrativo Nacional de Estadística - Dane reporta como el promedio nacional de ingresos totales mensuales de una familia compuesta por tres personas ($2.251.000).

Antes de que se diera este debate tuve la oportunidad de conversar sobre el salario de los congresistas con el representante a la Cámara por Caldas, Juan Sebastián Gómez González. Me explicó que tras una serie de descuentos y aportes que, por ley, les deben hacer su sueldo se reduce a la mitad. O sea, unos $20 millones. De ahí deben sacar para pagar la vivienda (en su caso dos arriendos, uno en Manizales y otro en Bogotá), la alimentación (él también es vegetariano), desplazamientos en los territorios (que se incrementan ahora, en plena carrera electoral de alcaldes y gobernadores) y pagar las deudas que les hayan dejado la campaña con las que salieron electos (en su caso unos $80 millones). Y eso que él no paga educación porque no tiene hijos (salvo los barristas del Once Caldas, muchos de los cuales carecen de educación).

Nuestros congresistas ganan 37 veces más que el trabajador común.

 En su reporte de marzo sobre la inflación anual, el Dane informó que un colombiano necesita más de dos salarios mínimos ($2.460.000) para vivir mensualmente. Que ya no alcanza para comprar los mismos productos ni pagar las cuentas con la misma cantidad de dinero de hace un año. Que la plata no rinde.

Sin embargo uno gasta de acuerdo a como gana. Seguramente a la senadora Zuleta ahora le dio por comer brotes de alfalfa y brócoli cultivados en tierra abonada con heces de oso de anteojos y rila de colibrí. Y en vez de cafetera tiene una civeta traída de Indonesia a la que da cerezas de café maduro recolectados por Margarita Rosa de Francisco, interpretando nuevamente a Gaviota, cuando antes gorreaba tinto en los encuentros políticos de su “quemado” Sergio Fajardo.

Toca prestarle atención a lo que dijo el filósofo alemán Immanuel Kant: "El ahorro consiste en poner cuidado y escrúpulo al gastar los medios de que se dispone. No es una virtud y no requiere destreza ni talento”. Cabe recordar que fue un tipo que vivió sus 79 años sin ir más allá de 150 kilómetros de Königsberg, su pueblo natal.


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