Alejandro Samper

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Ñoños hay en todos lados

Al municipio de Sahagún lo llaman “la ciudad cultural de Córdoba”, pero más allá de las corralejas y el corregimiento de La Ye, famoso por el porro El guayabo de La Ye, no hay actividades culturales que se destaquen. En lo que sí es rica esta población es en noticias relacionadas con la corrupción. El pasado 21 de junio se registró la captura de nueve personas que habrían prestado sus cuentas bancarias para desviar cerca de $500 millones destinados al centro de salud E.S.E. Camu San Rafael. Un monto relativamente bajo si se compara con los $50 mil millones que se robaron - entre el 2015 y el 2019 - con el Cartel de la Hemofilia los políticos Alejandro José Lyons y los hermanos Edwin José y Musa Abraham Besaile, todos sahagunenses.

Algunos pensarán que es algo en el agua que allí toman, pero esto hay que ponerlo en duda. Sobre todo al leer el Plan de Desarrollo Territorial 2020 – 2023 de Sahagún (https://rb.gy/6sbmo), donde según el Departamento Nacional de Planeación – DNP, y a partir de información de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, para el 2018 la cobertura del acueducto era del 39.83%. Esto significa que de los 137.527  habitantes que tiene este municipio cordobés, solo 53 mil tienen agua potable. Résteles los 2.320 usuarios reportados a la fecha con corte del servicio por Aqualia, empresa de acueducto de la región.

Dato inverosímil, sobre todo cuando en las últimas tres décadas esta población ha tenido 18 congresistas. Todos electos con promesas para el desarrollo de Sahagún y la región. Sin embargo, Córdoba es, tras La Guajira, el departamento con mayor pobreza multidimensional según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística - Dane (https://rb.gy/efmo3). A pesar de ello, los clanes Bula, Besaile, Náder y De la Espriella, involucrados en escándalos como el Proceso 8.000, la parapolítica, Odebrecht, el Cartel de la Hemofilia, el Programa de Alimentación Escolar – PAE (https://rb.gy/xa9qp), siguen fuertes. Se vio la semana pasada cuando unas dos mil personas recibieron como a un héroe a Bernardo ‘el Ñoño’ Elias Vidal, un corrupto que está pagando una condena de 8 años y 4 meses por los delitos de cohecho y tráfico de influencias.

Basta lanzar un dardo al mapa de nuestro territorio y ahí donde caiga la punta seguramente hay un escándalo de coimas, robos o desfalcos.

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‘El Ñoño’ Elías regresó a su tierra tras purgar cuatro quintas partes de la condena impuesta por la Corte Suprema de Justicia. El Juzgado Primero de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Sincelejo consideró que el político tuvo una “conducta ejemplar” y le dio libertad condicional, curiosamente en plena campaña electoral a alcaldías y gobernaciones. Estará en su casa, esa sí con acueducto, disfrutando de los $17 mil 300 millones que recibió como soborno para favorecer en el Congreso a la empresa brasileña Odebrecht con el fin de que le dieran la licitación y sus correspondientes adiciones presupuestales a la construcción de la carretera entre Ocaña y Gamarra.

Se moverá en sus camionetas, acompañado de escoltas, por Sahagún y demás pueblos de Córdoba y Sucre para darle su aval a algunos candidatos. Moverá la plata y hará las mismas promesas de educación, salud e infraestructura que han hecho en el pasado sus primos, tíos y compinches de correría electoral. “El Ñoño Elías es un ladrón, sí, pero robó para nosotros”, le dijo una mesera sahagunense al periodista Juan Miguel Hernández Bonilla (https://rb.gy/m55j2). Lo dice con convicción porque este político ayudó en la construcción de un estadio, una terminal de transporte y mejoras a la plaza de mercado del pueblo. Les dio empleo y trabajo a destajo, mientras él se llevaba la tajada grande de la inversión. Por ello le agradecen y es que, cuando no se ha tenido, las migajas que sobran de la mesa rebosante de la corrupción se reciben como progreso.

Cuando no se ha tenido, las migajas que sobran de la mesa rebosante de la corrupción se reciben como progreso.

Ahora, que eso solo sucediera en Sahagún, pero esto de agradecer al político corrupto es endémico en Colombia. Basta lanzar un dardo al mapa de nuestro territorio y ahí donde caiga la punta seguramente hay un escándalo de coimas, robos o desfalcos. Y habrá alguien que agradezca al ladrón. “Sigo creyendo firmemente en la honestidad y transparencia de Óscar Iván Zuluaga”, le dijo a La Patria (https://rb.gy/qyvpb) el exrepresentante a la Cámara Luis Fernando Gómez, sobre el político caldense investigado por recibir 1,64 millones de dólares de la firma Odebrecht para su campaña presidencial del 2014, falseando los documentos, incurriendo en fraude procesal y enriquecimiento ilícito. Delitos que el mismo Zuluaga confesó en una grabación, pero que sus seguidores insisten en no reconocer. “Nosotros no le damos la espalda. Todo lo contrario, sus amigos estamos con él”, afirmó la concejal de Manizales, María Constanza Montoya, al preguntarle sobre el personaje.

Y están Mario Castaño y sus Marionetas, y los Yepes, y los Nule, y los Moreno Rojas, y los Juan Carlos Martínez Sinisterra, y los Abudinen, y los de la Sociedad de Activos Especiales, y los Memo Fantasma, y los Ómar Ambuila… La mermelada, las coimas… Todo en detrimento de los colombianos que perciben la política nacional como un nido de ratas incompetentes y oportunistas. Alimañas que por ahora parecen solo vienen de Sahagún, pero que en realidad brotan por todo el país.


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