Siempre en la búsqueda de temas para escribir, el periodista colombiano Alejandro Samper lleva más de 20 años compartiendo su opinión en prensa, radio y redes sociales. Este portal es una colección de sus trabajos e ideas, los cuales pueden ir de lo extremadamente local a asuntos globales.

Más humano que un humano

Más humano que un humano

“I've seen things you people wouldn't believe”.

Uno de los monólogos más bellos del cine lo hace el replicante Roy Batty en la película Blade Runner. Allí, este androide interpretado por Rutger Hauer le cuenta a su “cazador”, el agente Deckard, las maravillas que ha visto por su condición de máquina y que nadie - si es humano -  jamás verá. 

A veces siento que en nuestro afán de ser más humanos nos estamos deshumanizando. Me ocurrió esta semana al leer que la compañía productora de alimentos Just desarrolló “carne” de pollo a partir de clonar y manipular células extraídas de las plumas de una gallina. “No necesitamos matar al animal”, aseguró Josh Tetrick, director ejecutivo de esta empresa, para el alivio de muchos veganos y animalistas.

Ya en 2013, el profesor Mark Post de la Universidad de Maastricht Mark presentó la primera hamburguesa hecha con carne de vacuno cultivada en laboratorio. De nuevo, se tomaron células de reses vivas y se produjo… ¿carne? Tomaron células madre musculares las cuales cultivaron en una placa de Petri, luego le pusieron electricidad para estimular el “músculo” - como esas personas que hacen gimnasia pasiva - y finalmente le inyectaron grasa animal (también sintetizada en un laboratorio), miga de pan y jugo de remolacha para darle color y sabor.

A pesar de lo que digan los científicos y los defensores de los animales, eso no es carne.

Los defensores de este movimiento de “cruelty-free meat” (carne libre de crueldad) alegan que gracias a estas nuevas tecnologías se dejarán de sacrificar animales para el consumo humano. Que se protege al medio ambiente porque la industria ganadera es una de las que más contribuye al calentamiento global y contamina el aire y el agua. Y que se podrá producir alimento suficiente para todo el mundo.

Argumentos válidos pero engañosos. Según el reciente informe demográfico de las Naciones Unidas somos 7 mil 550 millones de personas habitando este planeta, de las cuales 850 millones pasan hambre. Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indicó que para el 2016, el mundo ya producía comida suficiente para alimentar a 12 mil millones de personas cada día. El problema es que esta está mal repartida y millones de toneladas de alimentos se van a la basura. O sea, es cuestión de equilibrio y equidad, no de falta de comida.

Igual sucede con la industria ganadera. La deforestación y contaminación de agua y aire se deben, de acuerdo a la FAO, a que no se aplican las regulaciones que controlan este negocio. Al ser un sector económicamente fuerte, los gobiernos dependen mucho de este para los ingresos de una nación. Por eso les permiten continuar con sus nocivos modelos de producción a pesar de que ya existen métodos para un manejo holístico de la ganadería y sistemas de producción basados en la agroforestería y el pastoreo racional.

Irnos de cabeza por el consumo de estas carnes de laboratorio es jugar con la posible desaparición de especies animales que - desde que el hombre es hombre - nos alimentan. Es abrirle la puerta a las corporaciones con experiencia en producir alimentos en laboratorios (como Monsanto y sus granos transgénicos) para que se hagan cargo del negocio, lo cual podría arruinar y condicionar a agricultores y ganaderos en un futuro. Es contribuir al desequilibrio que mantiene a millones de personas en la hambruna.

Es jugar a llenar el estómago con carnes “naturalmente” artificiales, porque en algún momento decidimos sentirnos muy humanos y rechazamos lo cruel que puede ser el acto de alimentarnos con un animal muerto.

¿Para allá vamos? ¿Es este el próximo paso en la evolución, consumir cosas artificiales para sentirnos mejor porque ya no matamos para comer? ¿Acaso esto no es ir contra nuestra naturaleza y el ciclo natural de las cosas? 

Sí. A veces siento que en el afán de ser más sensibles nos volvemos como Deckard, humanos fríos y racionales. Nos aferramos a los desarrollos tecnológicos creyendo que así salvaremos al planeta y nuestra naturaleza humana, cuando - posiblemente - solo nos hacemos más infelices. Mientras tanto, las máquinas avanzan y recitan sensibles soliloquios bajo la lluvia. Si no me cree, agarre su iPhone y pregúntele a Siri que busque en Google el monólogo de Blade Runner.

Yo prefiero un buen corte de bife, jugoso y asado al carbón, que venga de un vacuno alimentado al pastoreo y sacrificado con el fin de alimentar a las personas. Pero como van las cosas “all those moments will be lost in time, like tears in rain”.

Este articulo fue publicado originalmente en LaPatria.com

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