Siempre en la búsqueda de temas para escribir, el periodista colombiano Alejandro Samper lleva más de 20 años compartiendo su opinión en prensa, radio y redes sociales. Este portal es una colección de sus trabajos e ideas, los cuales pueden ir de lo extremadamente local a asuntos globales.

Un futuro de supercherías, egoísmo y más turba

Un futuro de supercherías, egoísmo y más turba

El teórico físico estadounidense Michio Kaku afirma que lo que diferencia al humano como especie de los otros animales es nuestra capacidad de “ver el futuro”. No es que crea que somos videntes, sino que podemos crear modelos sobre dónde estamos y nuestro entorno - el presente - y luego extrapolarlo al futuro. O sea, proyectar mundos inexistentes construidos en base a nuestra realidad y recuerdos del pasado modificados para que fluyan y se conviertan en el futuro.

El profesor del City College de Nueva York y graduado de Harvard y Berkeley agrega que esta capacidad humana es la que también nos hace conscientes del paso del tiempo. A veces, sin embargo, el afán por prever el futuro nos vuelve ciegos ante el presente y nos aferramos al pasado. Esto tiene que ver, en gran medida, con la falta de credibilidad institucional y la inmediatez en la que estamos inmersos gracias a los desarrollos tecnológicos y las comunicaciones.

Esta semana el Eje Cafetero y parte del suroccidente de Colombia se quedaron sin suministro de gas domiciliario por un raro fenómeno natural que se presenta en Cerro Bravo (vía Manizales – Mariquita). Este es un estratovolcán ubicado en la cordillera Central a 4 mil metros sobre el nivel del mar y cuya última erupción data de hace 300 años. Está activo y los vulcanólogos que lo monitorean aseguran que no representa peligro. Empero, de una de sus laderas surgieron varias chimeneas que expulsan vapor y aberturas incandescentes con temperaturas que rayan los 700°C.

El afán por prever el futuro nos vuelve ciegos ante el presente y nos aferramos al pasado.

Como el Cumanday (Volcán Nevado del Ruiz), que es vecino de Cerro Bravo, lleva dos meses en alerta naranja y su erupción puede ser inminente, a través de las redes sociales hubo personas que asociaron ambos casos y afirmaron que esas bocas de humo y calor eran la evidencia de que estallaría el volcán. Que la lava se veía y se sentía. Para colmo de males, el gasoducto pasa a escasos metros de este infierno. Estábamos condenados.

Los vulcanólogos y expertos pidieron paciencia para estudiar ese fenómeno, pero el mundo en el que vivimos no da espera. Los videos y testimonios registrados por viajeros curiosos se aceptaron como verdad: el volcán está en erupción y la lava alcanza la superficie. Diferentes perfiles en las redes sociales se encargaron de multiplicar el mensaje que rápidamente los medios de comunicación divulgaron. Esta inmediatez choca contra la ciencia que, de manera metódica, se toma su tiempo antes de informar.

A los investigadores del Servicio Geológico Colombiano (con la ayuda de otros expertos) les tomó casi dos semanas el establecer que lo que ocurre en la ladera es un incendio de combustión latente. Un raro fenómeno en el que el suelo se oxida, hace una reacción química y la turba subterránea se quema, según explicó Guillermo Rein, profesor de Ciencias del Fuego en el Imperial College of London. A pesar de la explicación racional, de experticia y fundamentada, hay quienes insisten en que lo que allí sucede es una erupción volcánica. Pero esto tiene una razón.

Si el argumento nos supera - por ignorancia, generalmente -, elegimos lo que podemos entender.


Psst... Ya que estamos por acá, hazte #TEAMDEMEUNA y apoya esta iniciativa periodística y literaria.


Cuando la explicación tarda en llegar, nos aferramos a lo primero que nos haga sentido, sea real o no. Y si el argumento nos supera - por ignorancia, generalmente -, elegimos lo que podemos entender. Es así como asociamos fenómenos atmosféricos y geológicos a seres míticos y sobrenaturales; lo hicieron nuestros antepasados, lo seguimos haciendo. Es por ello que todavía llamamos Puerta del infierno a la caverna de gas natural que lleva casi 50 años en combustión constante en el desierto de Karakum (Turkmenistán), y que hay personas que de verdad creen que esa es la boca del averno. Es por ello que todavía hay quienes promueven el creacionismo y el terraplanismo, a pesar de las evidencias científicas; que confían más en la palabra del pastor apocalíptico, el conductor de camión “que vio” o el trending topic que en lo que diga un investigador que ha dedicado su vida a estudiar la turba.

La situación no quedó ahí. El incendio de combustión latente obligó a la empresa Transportadora de Gas Internacional - TGI a cerrar el suministro de gas domiciliario para evitar una posible tragedia, mientras encontraban alternativas. Inicialmente reportaron que serían nueve días - solo fueron tres - y, a pesar de que no es mucho, las personas salieron desbordadas a comprar estufas eléctricas y tanques de gas propano. Se agotaron en la capital de Caldas, en Pereira, Armenia, Cali y Popayán. Los vendedores aprovecharon para aumentar los precios, en vez de solidarizarse; hubo especulación y desespero. Aquí es donde entra el doctor Kaku y su teoría de ver el futuro.

El contexto en el que vivimos, desafortunadamente, hace que veamos y construyamos un futuro sin solidaridad y abusivo. 

Manizales sabe lo que es no tener gas ni agua. En 2011 estuvimos 17 días sin los servicios, pero inicialmente la empresa Aguas de Manizales informó que, a pesar de la gravedad de los daños por la avalancha que afectó la Planta de Tratamiento Luis Prieto Gómez, no demorarían en restablecer el servicio de agua. Los días pasaron, las reservas se acabaron y los ciudadanos se desesperaron. Hubo bloqueos, asaltos a camiones cisterna, peleas entre vecinos… una crisis que desembocó en la tragedia del barrio Cervantes y la falta de respuesta de la empresa de acueducto.

Pero no es algo solo de Aguas de Manizales. La credibilidad de los ciudadanos en las empresas estatales y privadas está minada hace rato. Si no incumplen, mienten; es más, damos por hecho que lo hacen todo el tiempo. No son solidarias. Por eso, cuando la pandemia, nos abastecimos de cosas (sobre todo papel higiénico) sin importar si alguien más las podía necesitar; por eso creímos en curas milagrosas y no en lo que decían los científicos. Porque construimos un futuro viendo al pasado; uno que condenó a la ciencia y en el que predominó la superchería y el egoísmo.

El contexto en el que vivimos, desafortunadamente, hace que veamos y construyamos un futuro sin solidaridad y abusivo. Uno en el que solo nos salvará un ser sobrenatural que llegará para hacernos mejores animales. Todo eso mientras ardemos en la turba.


Si te gustó lo que leíste, haz parte del #TEAMDEMEUNA y apoya económicamente esta iniciativa periodística y literaria.


“Tengo el placer de regalárselo a usted por muy poco dinero”. Groucho Marx

Felicidad remota

Felicidad remota

Historias de niños perdidos

Historias de niños perdidos