Tal vez sea una aguafiestas pero, en mi caso y como lo he hecho en ocasiones anteriores, votaré en blanco en todos los tarjetones.
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Tal vez sea una aguafiestas pero, en mi caso y como lo he hecho en ocasiones anteriores, votaré en blanco en todos los tarjetones.
Candidatos hay de todas especies y pelambres: lagartos, burros, camaleones, rémoras, sanguijuelas, ladillas… y avalados por partidos que no se toman la molestia de revisar sus hojas de vida o antecedentes.
Los candidatos que aspiran a los cargos de Alcaldía y Gobernación requieren de una dignidad, unos valores y compromisos con el pueblo, que casi ninguno tiene.
Para los políticos la lectura y los libros son algo ajeno. Por ello se sienten más cómodos sobre una tarima y gritando promesas a una masa de personas que se limitan a reaccionar.
Cuando la explicación tarda en llegar, nos aferramos a lo primero que nos haga sentido, sea real o no. Y si el argumento nos supera - por ignorancia, generalmente -, elegimos lo que podemos entender.
El adanismo de algunos alcaldes se alimenta de arrogancia, engorda con la lambonería y encalla – como ballena muerta en una playa – por la ineptitud.
Manizales vuelve a ser noticia nacional por la torpeza de sus figuras y la falta de criterio de sus funcionarios públicos.
A Carlos Mario Marín Correa lo posesionaron como alcalde de Manizales, pero nunca ejerció el cargo.
Hace unos días me preguntaron qué se necesitaba para que la ciudad cambiara sus prácticas políticas, sociales, organizacionales y de planeación urbana. “Una tragedia”, respondí.
Manizales no es una ciudad verde. Sus principales corredores viales carecen de árboles y da la impresión de que cada cuatro años, con cada nueva alcaldía, se talan, plantan y replantan nuevos “individuos arbóreos” al gusto del mandatario de turno.