Siempre en la búsqueda de temas para escribir, el periodista colombiano Alejandro Samper lleva más de 20 años compartiendo su opinión en prensa, radio y redes sociales. Este portal es una colección de sus trabajos e ideas, los cuales pueden ir de lo extremadamente local a asuntos globales.

La imbecilidad sigue en racha

La imbecilidad sigue en racha

Una vez más, Manizales vuelve a ser noticia nacional por la torpeza de sus figuras y la falta de criterio de sus funcionarios públicos. Como para darle un descanso al alcalde Carlos Mario Marín, quien llevaba una racha de varias semanas haciendo el oso, en esta oportunidad la vergüenza nos la trajo el Once Caldas y los controles de seguridad de la Gobernación de Caldas. Arranquemos…

A la terrible campaña que está haciendo el equipo de fútbol Once Caldas en el torneo nacional (penúltimo en la tabla y oliendo el descenso a la B), se sumó que a tres jugadores juveniles los capturaron en flagrancia cuando cobraban una extorsión. Le pidieron $500 mil a una estudiante extranjera para regresarle el celular que días antes, le habían sacado del bolso; o sea, robado. De no acceder al chantaje venderían el teléfono por partes.

Algunos periodistas deportivos, como César Augusto Londoño y Rusbel Franco, salieron a pedir que no se le diera tan duro a estos jovencitos, como si se tratara de una broma. Sí, no hay que crucificarlos por ello, sobre todo por la edad (menores de 20 años), pero deben responder por lo que hicieron. No todo el mundo se gana la vida pateando un balón y solo unos pocos lo logran, por eso es tan bien pago el fútbol y por eso resulta absurdo que hayan robado y extorsionado a otras personas por medio salario mínimo. Un monto que tendrían que dividirse entre tres y que, con el costo de vida actual, si acaso les alcanza para salir de rumba una noche.

Si el Once Caldas no es capaz de formar a sus futbolistas más jóvenes, tendrán que hacerlo la justicia y una sociedad crítica.

Sobre el Once Caldas también recae la responsabilidad de velar por lo que hacen sus futbolistas, sobre todo los más jóvenes. Ya en 2012 habían pasado por otro escándalo: cuatro jugadores, uno de ellos menor de edad, fueron señalados de abusar sexualmente de una mujer y el hecho, al parecer, quedó registrado en el celular de uno de ellos. En ese momento, como en el actual, el club prometió tomar cartas en el asunto y acogerse a la ley, pero prefirieron solucionar el caso con dinero que enfrentar a la justicia.

Estos son unos muchachos que, por lo general, vienen de otras regiones del país y cuyas familias depositaron sus esperanzas y esfuerzos en un club para que termine de formarlos.  ¿Qué enseñanza les puede quedar de esto a los jóvenes futbolistas? ¿Que todo se soluciona con plata? ¿Que es más importante cuidar la imagen de un equipo de fútbol que los valores sociales y las leyes? No es cuestión de hacerlos trizas, pero sí de educarlos y ayudarles a enderezar el camino, y si el Once Caldas no es capaz, tendrán que hacerlo la justicia y una sociedad crítica.

El segundo caso ocurrió en el Palacio Amarillo, sede de la Gobernación de Caldas y patrimonio arquitectónico nacional. Una transexual se realizó una sesión de fotos en lencería dentro del edificio, posando sobre las alfombras y muebles del recinto, imágenes que luego usó para ofrecer servicios sexuales en un portal de internet. Aquí no hay que señalar el género de la persona, ni si es trabajadora sexual, ni nada de esos moralismos porque peores cosas - más inmorales, ilegales y sucias - se han hecho dentro de ese espacio. Aquí hay que cuestionar la estupidez (porque de ingenuidad, poco) de quienes participaron en los hechos.

Aquí no cabe el moralismo porque peores cosas - más inmorales, ilegales y sucias - se han hecho dentro de la Gobernación.

Aquí hubo alguien que autorizó la entrada de modelo y fotógrafo a la Gobernación, en la noche del pasado 4 de abril. Alguien más allá del vigilante que los dejó pasar y, seguramente, muy diligente revisó que no se llevaran nada cuando salieron pasada la medianoche. Quienes participaron de la sesión no midieron el alcance de hacer públicas las imágenes: hay que ser muy torpe para no dimensionar el alcance que estas pueden tener. Y hay que estar muy desconectado o ser muy tarado al no ver las repercusiones que tuvieron casos anteriores; como los videos porno que se grabaron en el estadio Pascual Guerrero de Cali, en el Castillo de San Felipe de Barajas en Cartagena, en la estación de bomberos de Puerto Colombia y, recientemente, en la Piedra del Peñol. En todos los casos hubo demandas, acusaciones y, finalmente, despidos. Usualmente de los celadores, los eslabones más débiles de la cadena de errores.

La Gobernación, en un comunicado, dio a entender que esto de las fotos eróticas es una estrategia política para afectar la imagen del gobernador Luis Carlos Velásquez Cardona. Es posible. Estamos en época preelectoral y a estas alturas nada debería sorprendernos. Sin embargo, hay que ver quién se beneficia de esto; a cuál candidato o partido le interesa dañar la reputación de la Gobernación actual y que esta se enfrasque en una pelea con el congresista Santiago Osorio Marín que porque hace un tiempo posó para una foto junto a la modelo de marras.

Ya está bueno de estupideces. Caldas viene en una racha deplorable de noticias negativas: desde el corrupto Mario Castaño a Aerocafé, pasando por Liberland y la desinformación de los medios nacionales sobre lo que sucede con el Volcán Nevado del Ruiz. Ahora se suman los futbolistas extorsionistas y el Palacio Amarillo convertido en escenario de fotos para portales de servicios sexuales. Solo falta que al presidente del Concejo le dé por bailar empelota en un bar de El Cable y diga que le dieron escopolamina, como sucedió recientemente con el alcalde de Calima El Darién. Y si resulta que, en efecto, lo de las fotografías se trata de campaña sucia política, este personaje o su partido no están a la altura de lo que necesitamos para el departamento.

O bueno, la vara está tan baja que hasta un renacuajo inmoral puede aspirar a un cargo de elección popular.

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