Siempre en la búsqueda de temas para escribir, el periodista colombiano Alejandro Samper lleva más de 20 años compartiendo su opinión en prensa, radio y redes sociales. Este portal es una colección de sus trabajos e ideas, los cuales pueden ir de lo extremadamente local a asuntos globales.

Ceñidos a la norma

Ceñidos a la norma

Hacer las cosas bajo las normas no siempre significa que estén bien hechas o sean éticamente correctas. La gerente de Transmilenio, María Consuelo Araújo, usó el argumento “nos ceñimos a las normas de Colombia” para justificar la compra de unos buses de motor diesel cuya circulación está prohibida en Europa por ser contaminantes. Pero se acoge a una desactualizada resolución del Ministerio de Transporte como excusa.

No eligieron los buses eléctricos por costosos, a pesar de ser amigables con el medio ambiente, alegando que su mantenimiento es carísimo. Sin embargo, en Santiago de Chile comenzarán a circular este diciembre 90 de estos buses eléctricos en el sistema Transantiago (equivalente a Transmilenio) y, según los analistas chilenos consultados por el periódico El Mercurio, “su mantenimiento puede ser hasta 60% menos que el de un bus diesel” (https://bit.ly/2zP03XB).

De este modo - y ceñidos a la norma - los bogotanos tendrán humo… menos contaminante que el anterior, pero igualmente humo. Tendrán una flotilla de buses que serán obsoletos en cuestión de meses. Unos vehículos que probablemente no podrán circular a tiempo pues requieren un diesel que no se consigue en Colombia, pero que la Refinería de Cartagena (Reficar) se compromete a producir, pero sin decir cuándo. Un combustible cuyas partículas finas contribuyen a la polución que, según el reciente informe de  la Asociación Colombiana de Gas Natural, causa unas 10 mil muertes anuales en Colombia (160% más que el promedio de muertes por el conflicto armado).

Pero todo se ciñe “a las normas de Colombia”. Como el ‘puente acordeón’ Hisgaura, en Santander, cuya empresa constructora - la española Sacyr - obró bajo la bendición cómplice del gobierno saliente (https://bit.ly/2Ouhdia). A ojos de ellos, hicieron todo derecho… salvo el puente.

“Ceñirse a la norma”, en Colombia, equivale a velar por los intereses de unos particulares que por los de la comunidad. Es el CVY (Como voy yo) que, según el informe de presentado hace tres años por Transparencia por Colombia, lo aplican el 91% de los empresarios nacionales (https://bit.ly/2SZ0ozx).

Eso es lo que hace inviable a este país: la excusa de que está todo ceñido a la norma. Esa deshonestidad alimenta la corrupción que tiene al erario en un pozo sin fondo. $50 billones nada más. Esa falta de transparencia es la que nos tiene mamados, sin confiar en las instituciones y el Gobierno porque todo huele a trampa. Es la hipocresía de los políticos que se comprometen a sacar adelante proyectos importantes, como la Ley anticorrupción, pero a la hora de la verdad se declaran impedidos. Todo ceñido a las normas del Senado.

La situación nacional cambiaría si existiera la voluntad de hacer las cosas bien. Si fuésemos más empáticos y menos normativistas. Si nos creemos el cuento de que al hacer las cosas de manera correcta, todos ganamos. Gana la comunidad, ganan las ciudades, ganan los empresarios, ganan los políticos, gana el desarrollo, gana el medio ambiente… sin necesidad de impuestos que solo agrandan la brecha social.

Es una ilusión. Un sueño que compartimos muchos. Mientras escribo esto escucho en las noticias que en Berlín (Alemania) van a prohibir la circulación de vehículos diesel y que Beijing tendrá el aeropuerto más grande del mundo. Serán unos 40 mil obreros trabajando para tenerlo listo en un año, con una zona forestal de 933 hectáreas y costará $11 mil 500 millones de dólares. Poco más de lo que costó Reficar ($8 mil 16 millones de dólares, según la Contraloría), que se retrasó 27 meses en ser construida, cuya corrupción sigue impune y que todavía no produce un diesel “ceñido a la norma”.

Este articulo fue publicado originalmente en LaPatria.com

Pasando el testigo

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Un reloj

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