El fin de los mitos
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Nadie volvió a hablar del Triángulo de las Bermúdas. Ni del monstruo del Lago Ness o Pie Grande. Además, las apariciones de imágenes de la Virgen llorando sangre o de Jesucristo en un buñuelo cada vez son menos frecuentes.
Estas leyendas urbanas, mezcladas con folclor popular, se redujeron con el cambio del milenio. Los avances tecnológicos levantaron el velo a estos misterios que generaban titulares de prensa y acaparaban la atención de ingenuos y creyentes.
La posibilidad de captarlo todo - gracias a celulares con cámara conectados a satélites y a contar con líneas directas a las fuentes de información - ahuyentó a los extraterrestres, al mohán, al yeti, y terminaron de hundir a la Atlántida. Creaciones que se alimentaban de la desinformación, el voz a voz y la ignorancia.
La ciencia demostró que los 50 barcos que se hundieron en el Triángulo de las Bermudas fueron por las olas de más de 15 metros de alto que se forman en las aguas profundas del Caribe. Y los aviones se desaparecieron por las tormentas tropicales y huracanes que allí se forman.
Hoy los miedos son diferentes. La gente le teme más a que lo graben gritándole a un Policía “usted no sabe quién soy yo”, haciendo un comentario racista o sexista, que a un ataque del Chupacabras.
A lo mejor muchas de las cosas que suceden hoy serán los mitos del mañana. Tal vez, en un par de años, en el espacio que hoy ocupa un tipo que habla de ovnis en History Channel esté un youtuber que nos cuente de las teorías que existen sobre la eterna juventud de la actriz Amparo Grisales. O del extraño ser que se aloja en el enorme trasero de Kim Kardashian.
