Siempre en la búsqueda de temas para escribir, el periodista colombiano Alejandro Samper lleva más de 20 años compartiendo su opinión en prensa, radio y redes sociales. Este portal es una colección de sus trabajos e ideas, los cuales pueden ir de lo extremadamente local a asuntos globales.

Atacado por la broma

Atacado por la broma

La broma es como llaman a ese insecto xilófago cuya larva ataca a la guadua, afectando su resistencia y dejándola llena de huecos. Algunas veces toca abrir el tallo para darse cuenta que está carcomido. Por fuera puede verse sano, pero por dentro está con gusanos y una especie de aserrín que no es más que el excremento del bicho. Usar un palo de estos para construir algo es amenazar ruina.

Uno de los que más sabe de guadua en el país es, sin duda, el arquitecto manizaleño Simón Vélez, quien ha erigido sus estructuras en Alemania, China, Francia, México y Colombia. Un personaje controversial y con fama de huraño. Un talento que, de manera desafortunada, se dejó picar por el bicho de la política nacional. Y, por ende, la corrupción.

Las últimas dos semanas lo hemos visto involucrado en el escándalo de los $20 millones que le dieron a Gustavo Petro para financiar una de sus campañas. En un video de hace 14 años, pero que solo vio la luz recientemente, aparece Juan Carlos Montes Fernández (amigo de Petro y de Vélez) entregándole fajos de billetes al excandidato presidencial, plata que al parecer venía de parte del manizaleño.

Entonces Vélez salió a defenderse, pero cuanto más hablaba más veíamos su interior atacado por la broma. Primero dijo que nunca le había dado dinero a Petro, pero luego dijo que sí ayudó a recogerle aportes “hablando mierda” con gente que él conoce.

Luego sale un reportaje de 2016 en la revista Gatopardo en el que el arquitecto acepta que es activo en la política y que así como recoge dinero para Petro lo hizo para Germán Vargas Lleras. “Encarreto a clientes y amigos a que inviertan plata... Me parece entretenido. Es la novela de la vida. Eso es excitante”, le contó al periodista Lorenzo Morales Regueros.

En el mismo texto reconoce lo indiferente que es ante la corrupción y asegura que su partido es “el neo-oportunismo”. O sea, se la juega por cualquiera con tal de sacar ventaja. 

Y cuando las cosas ya no podían ser más patéticas, Vélez terminó siendo amante o novio de la mamá de Paloma Valencia, la senadora del Centro Democrático que sacó el video a la luz pública.

Velez, a quien admiro como arquitecto, dejó ver que su fibra moral es tan elástica y flexible como la guadua. Y que está llevado por el parásito del “neo oportunismo” que tiene jodido al mundo. Es egoísmo. Es velar por intereses particulares que llevan a que talentos como él se involucren con personajes que graban a escondidas a sus amigos. Es lo que lleva a que los políticos busquen financiarse con dinero corrupto haciéndole trampa a la Constitución. Son los contratos amañados con el Estado que solo benefician a esos empresarios aliados con la Fiscalía para que se haga la desentendida ante las irregularidades. Es lo que termina con puentes caídos, personas muertas, obras inconclusas, millones de dólares perdidos y los ciudadanos pagando los platos rotos con los impuestos.  

Los oportunistas, como buenos parásitos, vieron en Vélez material rico para alimentarse. Y así le fue. Hoy está rodeado de gusanos y mierda de insecto. Lo usaron para levantar una estructura tan grande como para tapar el escándalo de Odebrecht y los más de 30 millones de dólares que dieron en coimas en Colombia. Y allí resguardaron a Néstor Humberto Martínez, ese granuja que tenemos como fiscal, y a las finanzas manchadas del hombre más rico de Colombia, Luis Carlos Sarmiento Angulo. 

Es la arquitectura de la corrupción en su grandeza; construida en guadua que es flexible y aguanta cualquier sacudida. Y solo les costó $20 millones. Muy barato para ser de Simón Vélez.

Este artículo fue publicado originalmente en LaPatria.com

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