Siempre en la búsqueda de temas para escribir, el periodista colombiano Alejandro Samper lleva más de 20 años compartiendo su opinión en prensa, radio y redes sociales. Este portal es una colección de sus trabajos e ideas, los cuales pueden ir de lo extremadamente local a asuntos globales.

Dos chimpancés que buscan la libertad

Dos chimpancés que buscan la libertad

“El Jardín Zoológico, veinte años después. Los animales son más chicos. Un día, si esto continúa, entraremos en la jaula y aplastaremos con el pie a los tigres”.

Adolfo Bioy Casares

Matar. Esa parece ser la principal instrucción en los protocolos de las autoridades ambientales en Colombia. Nada de capturar; hay que acabar con la vida de esas especies fuera de control. Sobre todo si hacen parte de la lista de 300 especies invasoras que hay en nuestro territorio. Hay que matar a los hipopótamos que se pasean por el Magdalena Medio y que se escaparon del zoológico privado del narcotraficante Pablo Escobar, abatido en 1993. Hay que electrocutar a las 40 especies marinas que la Subdirección de Silvicultura, Flora y Fauna de la Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá incautó en un centro comercial en 2017. Hay que dispararle a los chimpancés que se escaparon el domingo pasado del Bioparque Ukumarí de Pereira. Bioparque. Un eufemismo para “zoológico”.

Los zoológicos se popularizaron a finales del siglo XVIII e inicios del XIX, cuando el Imperio Británico se extendía por el mundo y llevaba a Londres esos animales exóticos que encontraban a su paso: de jirafas y lémures a pigmeos y fueguinos. Pero eso de coleccionar animales y personas no es nuevo; hay registros que datan de hace unos 5 mil años que cuentan que las civilizaciones egipcias y chinas ya tenían estas colecciones. Y el conquistador Hernán Cortés, en 1520, contó que el emperador azteca Moctezuma tenía “casas” con fieras, reptiles, peces, aves y rarezas humanas a las afueras de Tenochtitlán.

Es libre y se mueve como quien se abruma por todas las posibilidades que esta trae, antes de los disparos y sus gritos de dolor.

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Con el tiempo estos espacios cambiaron. Ya no son “zoológicos” sino “bioparques” que, según la Asociación Mundial de Parques Zoológicos y Acuarios  - WAZA, tienen una serie de deberes y compromisos entre los que están “ser instituciones científicas serias” y educar en pro de la conservación. Matar no aparece entre la lista, en cambio sí está “apoyar activamente los programas de conservación en vida libre”. Vida libre. Como la que buscaban Pancho y Chita, los chimpancés asesinados.

Las imágenes de los últimos instantes de vida de Chita, de 50 años, son conmovedoras. Está sentada en el andén a las afueras de Ukumarí, y acaricia una reja azul sin creer que eso ya no la detiene. Es libre y se mueve como quien se abruma por todas las posibilidades que esta trae, antes de los disparos y sus gritos de dolor. Sandra Correa, gerente de Ukumarí, indicó que era la vida de los cuidadores o la de los primates. “Son declarados con código rojo, de alta peligrosidad que puede causar la muerte a las personas”, y por eso les mandaron al Ejército. ¡Al Ejército! Era obvio que Chita estaría agresiva y estresada - como informó la gerente - si se ve rodeada y perseguida por personas que no reconoce. ¿Dónde estaban los cuidadores? ¿Los que conocen de estas especies? ¿Los rostros que interactúan a diario con ellos en el bioparque? Al parecer en una campaña política, según diferentes fuentes (https://shorturl.at/yzKYZ).

“La evolución misma no tiene sentido si no somos capaces de hacer grandes cosas con lo que somos ahora”.

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En la primera parte de la película 2001: Odisea del Espacio (Kubrick, 1968) hay dos grupos de homínidos que se pelean por un charco de agua y, por la aparición de un extraño monolito, una de estas tribus aprende a usar herramientas para cazar y, eventualmente, matar hasta hacerse con el control del territorio. Aprenden a dominar a través de la violencia.

De esos antepasados representados en el filme perdimos el pelo, pero nos quedó la agresividad. El sometimiento por la fuerza. La etóloga británica y experta en primates, Jane Goodall, señala que los humanos somos criaturas extraordinarias, sin importar cómo llegamos a serlo; “la evolución misma no tiene sentido si no somos capaces de hacer grandes cosas con lo que somos ahora”. Y ahora somos tan poca cosa que nuestra única alternativa es salir a matar a unas criaturas cuyo único interés fue esa curiosa y esquiva libertad que les hemos negado para entretención nuestra en zoológicos… perdón, “bioparques”.


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