Siempre en la búsqueda de temas para escribir, el periodista colombiano Alejandro Samper lleva más de 20 años compartiendo su opinión en prensa, radio y redes sociales. Este portal es una colección de sus trabajos e ideas, los cuales pueden ir de lo extremadamente local a asuntos globales.

Los bufones al poder

Los bufones al poder

El fenómeno político latinoamericano de moda es Javier Milei. Este argentino de 52 años y representante del partido La Libertad Avanza es, por el momento, quien más opciones tiene para ganar las elecciones presidenciales. Su popularidad, sin embargo, se debe más a las formas que al fondo.

Milei se considera libertario (https://rb.gy/nygac). Lleva el pelo desorganizado al estilo Boris Johnson, su forma de expresarse nos recuerda a Jair Bolsonaro, sus propuestas se acercan a las de Donald Trump y tiene la arrogancia de Silvio Berlusconi. A los de tendencias políticas socialistas los llama “zurdos de mierda”. Al Banco Central argentino lo quiere “dinamitar”, propone dolarizar la economía y reducir la burocracia eliminando 11 de los 18 ministerios que actualmente tiene el Estado argentino. El video en el que va arrancando las carteras de un tablero, mientras dice “¡fuera!”, se hizo viral. Para él el ministerio de Educación es un centro de adoctrinamiento y el de Ciencia, Tecnología e Innovación una inutilidad del que nada bueno ha salido.

Es un outsider. Un tipo que por años se mantuvo al margen del sector público y que vio en las circunstancias actuales – desazón por los partidos tradicionales (el peronismo y el radicalismo), la ineficacia del gobierno, el estado de opinión gestado desde las redes sociales – una oportunidad para llegar a la Casa Rosada. Dice lo que muchos quieren escuchar y que los políticos de siempre callan por temor a afectar su imagen. Milei puede parecer loco por cómo actúa y dice, pero todo está calculado. Está lejos de ser una novedad.

Como en un bucle, cada 20 años aparece el político irreverente para “salvarnos” de los de siempre.

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En Latinoamérica ya hemos visto y elegido personajes como Milei. En 1990, Fernando Collor de Mello llegó a la presidencia de Brasil con un discurso populista en el que propuso la privatización de empresas estatales y el recorte de programas sociales. Cayó por corrupto. El ecuatoriano Abadalá Bucaram, a quien apodaban ‘el Loco’, fue presidente por seis meses (entre agosto de 1996 y febrero de 1997) hasta que lo destituyeron por corrupto. En el Perú, Alberto Fujimori gobernó con mano dura por una década (1990 – 2000) y actualmente está en prisión por delitos de corrupción, peculado y usurpación de funciones.

Venezuela tuvo al militar Hugo Chávez, quien intentó por la fuerza llegar al poder (un fallido golpe de estado en 1992) pero finalmente salió elegido en 1999, fue presidente hasta su fallecimiento en 2013 y heredó su cargo al conductor de bus Nicolás Maduro. Unos gobiernos que desencadenaron la migración masiva de venezolanos, el desabastecimiento, la hiperinflación y la violencia.

La misma Argentina tuvo en Carlos Menem un presidente de corte no tradicional. Si bien no fue un outsider, durante su gobierno (1989 – 1999) se codeó con la farándula, salió con vedettes, prometió una estación espacial argentina y, cuando las cosas se ponían tensas en lo económico, llevaba a los Rolling Stones u otra agrupación de rock famosa para que hicieran recitales masivos. De esta manera la gente pensaba que las cosas iban bien. Al final terminó condenado por peculado e inhabilidad perpetua para ejercer cargos públicos.

Colombia, si bien no ha tenido presidentes de este corte, sí ha tenido mandatarios locales pintorescos, comenzando por Antanas Mockus. Un profesor que se dio a conocer por mostrar las nalgas en una asamblea de la Universidad Nacional y que fue electo alcalde mayor de Bogotá en dos ocasiones: 1995 y 2001. Para muchos, ha sido el mejor alcalde que ha tenido la capital colombiana en décadas, pese a disfrazarse de zanahoria, superhéroe o hacer de su matrimonio un show de circo.

Pero así como está Mockus, también hemos tenido al Bernardo ‘el Cura’ Hoyos (elegido en dos oportunidades: 1991 y 1998, y quien ha sido investigado por casos de corrupción y hasta homicidio. Finalmente lo condenaron, en 2011, por peculado), y actualmente en Manizales a Carlos Mario Marín, un caprichoso e inexperto mandatario que hace negocios con países inexistentes.

Milei puede parecer loco por cómo actúa y dice, pero todo está calculado. 

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Estos personajes vienen por tandas. Los años 70 y 80 del siglo pasado fueron caldo de cultivo para que en los 90 surgieran estos outsiders de la política. Los votantes, cansados de los mismos partidos, las mismas caras, los mismos métodos, eligen lo novedoso, lo curioso. Algunos se quemaron, otros duraron y la mayoría sucumbió a las tentaciones del poder y se corrompieron. Como en un bucle, cada 20 años aparece el político irreverente para “salvarnos” de los de siempre.

En 1504, el pintor flamenco El Bosco creó La nave de los locos; un retablo alegórico en el que los poderes tradicionales (representados por una monja, un fraile y unos borrachos) van entregados a los excesos y los placeres en un barco a la deriva. El mástil se ha transformado en árbol y de una de sus ramas pende un bufón, a la espera de caer sobre la mesa de las autoridades. Seguramente para ser parte de la repartija y el desorden. Argentina tiene en Milei a ese bufón y, como pintan las cosas, se viene una oleada de locos que van a querer tomar el mando, una vez nos demos cuenta que ni la derecha ni la izquierda fueron capaces de retomar el rumbo y llevarnos a buen puerto.


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