Siempre en la búsqueda de temas para escribir, el periodista colombiano Alejandro Samper lleva más de 20 años compartiendo su opinión en prensa, radio y redes sociales. Este portal es una colección de sus trabajos e ideas, los cuales pueden ir de lo extremadamente local a asuntos globales.

El Ejército, con el pulgar abajo

El Ejército, con el pulgar abajo

Como estrategia de propaganda y para dar la sensación de seguridad, durante el gobierno del presidente Álvaro Uribe se dio la orden al Ejército Nacional de salir a las carreteras y saludar a las personas que por allí transitaban. Con el fusil terciado, los soldados se paraban a un lado de la vía y levantaban el pulgar a los viajeros y nosotros les respondíamos pitando o haciendo el mismo gesto. Era la señal de que todo estaba bien, de que la época de las “pescas milagrosas” montadas por el Mono Jojoy y Romaña, con el fin de secuestrar personas y pedir recompensas, se había acabado. De que la guerra a las Farc se estaba ganando.

La popularidad del Ejército estaba en alza. No solo por saludar turistas sino por los golpes que dieron a la guerrilla. Uno a uno los cabecillas de las Farc fueron cayendo muertos, eran capturados o se desmovilizaban. Y llegó la Operación Jaqué; sin tener algunas implicaciones éticas en cuenta, el rescate de esos soldados, políticos y mercenarios gringos secuestrados fue de película. Nuestros militares eran imbatibles.

Pero estos éxitos se opacaron al demostrarse que los soldados, a cambio de premios y permisos, asesinaban civiles para cumplir la cuota de sangre y bajas que pedía el gobierno. A los falsos positivos se sumaron las pruebas de que el Ejército apoyaba a los paramilitares, el grupo terrorista que más desplazados y muertos ha puesto en la historia de Colombia, según el Centro de Memoria Histórica. Luego vendrían los bombardeos a civiles o a campamentos subversivos donde había presencia de menores de edad. Efectivamente, y como lo dijo la senadora María Fernanda Cabal en su momento: “El Ejército es una fuerza letal de combate que entra a matar”.

Por eso me alegré cuando el presidente Gustavo Petro, en su discurso de posesión del 7 de agosto del 2022, dijo que pondría a disposición los helicópteros, los aviones y las fragatas - “que no solo sirven para bombardear o disparar” - para crear la primera infraestructura de la salud preventiva de los colombianos. Era extender el alcance de los $48,7 billones que tiene el Ejército como presupuesto y que usualmente se asocia a balas, plomo y pólvora. Era cambiar el “entrar a matar” por la unión de militares, sociedad y producción “en una nueva ética social indestructible”, como mencionó Petro.

El Ejército, sin embargo, está desaprovechando oportunidades para redimir su imagen. El derrumbe del pasado 9 de enero en el municipio de Rosas (Cauca), que destruyó la vía Panamericana y que tiene incomunicado al departamento de Nariño, es la ocasión para demostrar que están en unión con sociedad y producción. Además de evacuar personas, armar albergues provisionales y llevar combustible, que es lo que ha hecho hasta ahora, puede demostrar su capacidad en construcción de vías y gestión de riesgo. ¿Acaso no tiene una Escuela de Ingenieros Militares?

Cuando ocurrió la avalancha que destruyó a Armero en 1985 y arrasó con los puentes que conectaban a Manizales con Chinchiná y Villamaría, los ingenieros del Ejército levantaron puentes provisionales para ayudar a las comunidades afectadas. En el terremoto de Armenia de 1999 también estuvieron presentes con trabajos de ingeniería, pero parece que con el cambio de milenio los objetivos cambiaron y los esfuerzos militares se redujeron a atacar la guerrilla. La ingeniería como que se descuidó porque por lo único que han vuelto a sonar los ingenieros militares colombianos fue por el puente que se les cayó  en el Cantón Norte, cuando apenas hacían pruebas de carga dinámica, en febrero de 2015.

Esta semana, en las noticias, mostraron cómo las personas afectadas por el deslizamiento de Rosas se arriesgan a cruzar por esa montaña rota. Una caminata de unos 15 minutos exponiéndose a que la banca ceda o les caiga una piedra encima. Las autoridades viales, inutilmente, tratan de disuadirlos, pero es preferible esto a la alternativa que propone el gobierno, que encarece todos los productos y acaba con la paciencia de cualquiera: Una ruta de unas 48 horas en bus que pasa por el Ecuador, Putumayo, Caquetá y Huila. 

Viendo esto me preguntaba ¿dónde están los ingenieros civiles del Ejército? ¿Los que levantan puentes, muros y son capaces de abrir vías y pistas de aterrizaje para que crucen las tanquetas y aterricen aeronaves de carga? ¿Acaso Nariño, el segundo departamento con mayor producción agrícola del país, no merece esta ayuda? Pongan a disposición de esta comunidad sus helicópteros, aviones, camiones, máquinas, ingenieros y soldados. Si no lo hacen por los nariñenses y caucanos, al menos háganlo por recuperar su imagen. Una que, de unos años para acá, viene con el pulgar hacia abajo.

Confesiones de políticos marihuaneros

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Gracias

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