Ya llegaremos al extremo de considerar cada orgasmo fingido en una evasión de impuestos.
Ya llegaremos al extremo de considerar cada orgasmo fingido en una evasión de impuestos.
Desprenderse de esa imagen de la Colombia traqueta será difícil si nosotros mismos seguimos alentándola.
El arquitecto Simón Velez dejó ver que su fibra moral es tan elástica y flexible como la guadua.
Las cosas que ocurrieron en los últimos días obligan a cuestionarse si vale la pena esforzarse por sacar adelante esto que llamamos humanidad.
El presidente Iván Duque está con las vergüenzas expuestas. Si quiere cubrirse y ganarse el aprecio de la gente debe atacar la corrupción.
La radio pública conectó con esa audiencia olvidada por las emisoras que dominan los índices de audiencia.
Lo que hace inviable a Colombia es la excusa permanente de esos políticos y empresarios corruptos de que todo está ceñido a la norma.
Las abducciones extraterrestres, Pie grande o el Chupacabras se alimentaban de la desinformación y la ignorancia de las personas. Las nuevas tecnologías acabaron con estos mitos.
En un país donde no se devuelve ni el saludo, el Gobierno promete devolver parte de los impuestos a los más pobres. Eso sí, vaciando los bolsillos de la clase media y llenando los de la clase alta.